MINISTERIO DE 40 AÑOS EN JAPÓN CIERRA EL CÍRCULO
Read StoryUn cuerpo congelado yacía no muy lejos de donde Anahita y su familia se acurrucaban.
Temblaban de frío, haciendo lo posible por aguantar la noche. El cuerpo congelado era probablemente el de un refugiado que seguía la ruta de escape por la montaña, pero nunca llegó a un lugar seguro.
Este no era el rumbo que Anahita imaginaba para su vida. Junto a su esposo y sus hijos , escaparon de su tierra natal en Asia Central. Viajaron por varios países, a veces a pie, con el objetivo de llegar a un país de Europa Occidental. Su familia tardó cuatro años, entre viajes y estadías en campos de refugiados, en llegar al país donde finalmente se asentarían.
Uno de los peores temores de una madre se convirtió en una dolorosa realidad cuando Anahita sufrió un aborto espontáneo.
La misionera de la Junta de Misiones Internacionales, Freshta Aziz, contó que el dolor emocional, sumado al choque cultural, llevó a Anahita en una profunda depresión que requirió tratamiento psiquiátrico. Fue en esta etapa difícil de su vida cuando Anahita comenzó a asistir al ministerio de mujeres que organizaba Freshta.
Freshta y su esposo, Nawid, ministran a refugiados en Europa Occidental. Pasaron tiempo en el país que muchos de los refugiados llaman hogar. Nawid les dice que llegaron porque el Señor los puso en sus corazones, y que hay una luz que ninguna oscuridad puede vencer.
Freshta permite que su luz brille entre estas mujeres. Durante las reuniones grupales, cuenta una historia bíblica y luego propone una manualidad que se conecta con un mensaje del evangelio. Una semana les enseñó a hacer velas y les compartió que, gracias al sacrificio de Jesús, podemos vivir para siempre en la luz.
Anahita encuentra ahora un significado simbólico en la vela que hizo. Es un recordatorio de que Jesús es la luz. Este tipo de lecciones la ayudaron a superar la depresión. Ahora asiste a la iglesia con Nawid y Freshta, ¡y su esposo se entregó a Cristo! Anahita aún no ha tomado una decisión, pero la familia Aziz ora porque ella también decida seguir a Cristo.
Además de ministrar a refugiados no creyentes, Nawid y Freshta también sirven a refugiados cristianos, muchos de los cuales llegaron a la fe en los campamentos donde se encontraban. Nawid les enseña teología básica a los creyentes, y los discipula. Los refugiados del Asia Central no hablan el idioma del lugar, así que les cuesta integrarse a las iglesias locales, pero como Nawid y Freshta hablan con fluidez su idioma, los reciben como a uno de los suyos.
Veintisiete creyentes asistieron a una fiesta navideña que la familia Aziz organizó en su primer año viviendo en el país. El año pasado fueron 53 personas. El verano pasado, invitaron a 60 refugiados a distintos campamentos que incluyeron seminarios bíblicos para adultos, un campamento para jóvenes y una escuela bíblica de vacaciones para niños.
Aunque el dolor y la desolación han sido parte del camino de los refugiados, hoy su historia empieza a llenarse de esperanza y nuevos comienzos.
*Por razones de seguridad, se han modificado los nombres.