El aparato para medir la tensión arterial hizo un sonido particular al liberar el aire. La joven enfermera griega acarició delicadamente la mano de la señora mayor e hizo algunas preguntas médicas, deteniéndose para tomar notas para el médico en esta clínica gratuita situada en el vestíbulo de una iglesia armenia. No mucho tiempo después, algunas mujeres de distintos países se pusieron a conversar como grandes amigas e inclinaron sus rostros para orar.

Al otro lado de la sala, Ginny Wheeler, enfermera misionera de la IMB, no podía dejar de sonreír ante este intercambio. Ella estuvo enseñando a Penélope, esta enfermera, a usar sus dones para la gloria y los propósitos de Dios. Ginny invitó a la joven griega a trabajar junto a voluntarios médicos estadounidenses para comprobar de forma personal cómo los ministerios de salud repercuten directamente en la vida de las personas. Es una lección que aprendió al principio de su ministerio como misionera.

Cuando Ginny y su marido, Cade, empezaron a servir en Europa del Este en 1998, ella no estaba segura de qué aplicación podría dársele a la enfermería en esa zona del mundo. Sin embargo, Ginny no tardó en darse cuenta de que, aunque no podía ejercer su profesión en un hospital, había una forma de poner en práctica sus conocimientos de enfermería.

Ginny declara: “Mis conocimientos médicos me abrieron las puertas a las comunidades. Me permitió generar confianza. Terminé convenciéndome del modelo bíblico y de la importancia de atender las necesidades a medida que compartíamos la verdad. Los ministerios de salud se convirtieron en una parte fundamental de nuestros esfuerzos para la plantación de iglesias”.

Ahora utiliza estas habilidades para animar a los equipos misioneros y a los colaboradores locales de todo el mundo a tomar en consideración el alma, el cuerpo y la mente a la hora de ejercer su ministerio. Penélope es solo una de las jóvenes profesionales a quien Ginny asesora. Cuando Ginny y Cade se mudaron a Grecia hace unos años, conocieron a una generación de creyentes con una creciente pasión por alcanzar a las naciones.

Penélope contó la vez cuando una afluencia de refugiados de diversas crisis mundiales inundó su ciudad. Ella y otros miembros de su iglesia querían hacer algo más que “proyectos para aliviar la consciencia”. Los veteranos misioneros invitaron a los griegos a acompañarlos a satisfacer las necesidades humanas y, al mismo tiempo, a aprender a ser una iglesia multiplicadora.

Penélope dijo: “Para mí, la enfermería siempre ha estado relacionada con el amor y cuidado. Fue impresionante cuando Ginny me enseñó a compartir el evangelio utilizando los conocimientos médicos. ¡Fue un sueño hecho realidad!”.

Las dos enfermeras se volvieron al mismo tiempo para saludar a una madre y su hijo entrando en la clínica. Colocaron las manos firmemente sobre los hombros de la mujer y le dedicaron una sonrisa al niño. En tanto colocaba el manguito de la tensión arterial en el brazo de la mujer, Penélope empezó a compartirle el evangelio.

Ginny permaneció en silencio en un segundo plano, lo cual permitió a Penélope no solo ministrar de modo transcultural, sino también asesorar a
un miembro de la iglesia local que servía como traductor. El corazón de la misionera estalló de gozo al ver a la joven griega involucrarse plenamente en la Gran Búsqueda entre todas las naciones y en la proclamación del nombre de Jesús.